Inscribir a un niño con condiciones o necesidades especiales en una escuela es una verdadera odisea en la República Dominicana, debido a la alarmante falta de aulas específicas. Mi experiencia personal en el municipio Santo Domingo Este, donde resido, es un claro ejemplo de esta problemática. Desde el año pasado, he acudido a dos centros educativos para intentar inscribir a mi hijo con autismo, y en ambos he recibido la misma desalentadora respuesta:
"Estamos habilitando otra aula y, cuando la terminemos, podremos inscribir a su hijo. Mientras tanto, lo pondremos en lista de espera."
Esta situación me lleva a imaginar la angustia de innumerables padres que enfrentan la misma barrera. La psicóloga que evaluó a mi hijo en el Centro Educativo Santa Clara, ubicado en Maquiteria (cuyo nombre reservo por respeto a su privacidad), me informó de una realidad preocupante: en todo el Distrito Educativo 10-04 existen tan solo tres aulas específicas: una en el Centro Educativo Patria Mella, otra en Alma Rosa y una tercera en el mismo Centro Educativo Santa Clara, donde ella ejerce su labor.
La profesional me confesó que la espera para obtener un cupo puede extenderse entre dos y tres años, una eternidad en la vida de un niño en edad escolar que ve cómo su desarrollo académico se estanca.
Este es un problema de gran magnitud que exige una atención inmediata. Como padres, nos encontramos en la encrucijada de buscar instituciones privadas, a menudo prohibitivas por su costo, o resignarnos a dejar a nuestros hijos en casa o, peor aún, en lugares de cuido sin las garantías de seguridad o la preparación adecuada para sus necesidades.
Considero imperativo que el Gobierno, a través del Ministerio de Educación, priorice este tema de manera urgente. La tasa de niños con condiciones especiales ha experimentado un aumento significativo en nuestro país, y la infraestructura educativa pública actual resulta claramente insuficiente para garantizar su derecho a la educación. La alternativa de los centros privados, lamentablemente, sigue siendo inaccesible para una gran parte de la población.
Los datos del Censo de 2022 revelan que el municipio Santo Domingo Este alberga a 1,029,117 habitantes. ¿Cómo es posible que una población tan vasta cuente con tan solo tres aulas específicas para atender las necesidades educativas especiales?
Hago un llamado enérgico al recién designado ministro de Educación, Luis Miguel De Camps, para que aborde esta crítica situación con la premura que amerita. El futuro de nuestros niños con necesidades especiales no puede seguir postergándose.